Vive sobre un campo terrestre de hidrocarburo que podría explotar
Minatitlán, Veracruz.- Doña María Leyda Pérez Hernández tiene más de 80 años. Su caminar lento, sus pies descalzos cubiertos de tierra, y su piel curtida por el sol, son testigos de una vida entera aferrada a la tierra.
Vive en la Colonia Díaz Ordaz, sobre la calle Primero de Mayo, en un rincón olvidado del municipio de Agua Dulce, Veracruz. Ahí, donde la pobreza se respira con cada bocanada de aire húmedo, y la marginación es el pan de cada día, doña María sobrevive criando gallinas.
Su hogar, una humilde construcción de lámina y piso de tierra, se alza sobre lo que alguna vez fue uno de los pilares de la riqueza petrolera del país: el pozo terrestre número 29-5-02, herencia de la extinta compañía El Águila y posteriormente de Petróleos Mexicanos (PEMEX).
El pozo está sellado, abandonado y corroído por el paso del tiempo. Pero bajo su jacal, hay miles de metros cúbicos de hidrocarburo. Literalmente, miles de dólares enterrados bajo sus pies.
Ella no lo sabe. No con certeza, que vive encima de la riqueza nacional. Lo único que tiene claro es que ella habitación sobre algo peligroso, de alto riesgo.
—»Hace unos años hubo una fuga de aceite. Mató varias gallinas. Todo olía a petróleo», dice, con la mirada fija en el suelo.
Era la década de los 70s cuando el derrame de crudo afectó su vivienda por primera vez. Desde entonces, la amenaza ha sido constante. El miedo también.
—»Pero la necesidad es grande», confiesa con resignación.
Son más de 40 años viviendo en el mismo lugar, en condiciones precarias, resistiendo lluvias que inundan su casa, sobreviviendo con lo poco que le dan sus aves de corral. María no tiene lujos. No los necesita. Lo que anhela es seguridad. Y vivir sin miedo a que, en cualquier momento, el pozo olvidado despierte y su vida quede atrapada bajo otra tragedia petrolera.
El subsuelo que podría sacarla de la pobreza sigue siendo territorio ajeno. Ella tiene derecho de posesión sobre la casa. Es dueña de lo que está arriba. Pero abajo… el oro negro sigue en silencio.
En este país, donde la riqueza del subsuelo pocas veces se traduce en bienestar para quienes lo habitan, doña María es solo una entre miles. Su historia encierra la paradoja brutal del México petrolero: riqueza bajo tierra, miseria sobre ella.
Y mientras el hidrocarburo subyace bajo el lodo que ensucia sus pies, doña María seguirá criando gallinas, esperando que esta vez no se repita la fuga, ni la muerte, ni el olvido.