Una carta grosera e hipócrita
18 Feb 2024

Una carta grosera e hipócrita

Opinión de Rodolfo Peña Fárber / Debate /

En julio de 1952, el presidente Harry S. Truman, de los Estados Unidos, escribió una carta al papa Pacelli (Pío XII), de la cual cito aquí algunos раsaјеs: “Nosotros, en los Estados Unidos de América, consideramos a todos los hombres iguales delante de Dios y nos dirigimos a ellos por sus verdaderos nombres. Por eso mismo en que me dirijo a usted simplemente como señor Pacelli. El pueblo que me eligió su jefe ejecutivo es una nación democrática, amiga de la paz, por lo tanto, mi deber es conseguir la cooperación de aquellos que realmente hayan dado pruebas de desear la paz y de trabajar para conseguirla, no de los que gritan paz y fomentan la guerra. No creo que usted ni su Iglesia estén entre los que verdaderamente desean la paz y trabajan por ella. En primer lugar, nuestros antepasados fundadores de esta gran nación, conocedores por la historia de la naturaleza de su iglesia, amante de la política y de la guerra, sentaron como principio de nuestro gobierno no permitir su intromisión en nuestros asuntos de gobierno. Aprendieron bien esa lección en la historia de Europa y por eso estamos convencidos de que nuestra democracia durará mientras no aceptemos su intromisión, como lo hicieron los gobiernos de Europa a quienes enredaron con sus doctrinas e intrigas políticas. Por eso es usted la última persona en el mundo que pueda enseñarme la forma de dirigir a mi pueblo por el camino de la paz. Para refrescar su memoria le recordaré algunos hechos de su predecesor en el Vaticano, el papa Pío XI, el iniciador de toda agresión fascista en los Tratados de Letrán celebrados con Mussolini en 1929. Este fue el principio de la traición a la civilización cristiana. Fue éste el comienzo de los horrores que sufrieron Europa y el mundo, cuyas consecuencias estamos sufriendo todavía. Lewis Munford escribió en 1940: “La traición al mundo cristiano se efectuó claramente en 1929 con el concordato celebrado con Mussolini y el Papa, desafortunadamente los propósitos del fascismo están en gran conflicto con los de una república libre como es la de los Estados Unidos de América. En este Tratado la Iglesia católica fue su aliada, una potente aliada, de las fuerzas de la destrucción… Usted esté incitando a los Estados Unidos para que cuanto antes declare la guerra a Rusia, usando los mismos métodos empleados por Hitler para lograr la solidez de sus detestables y diabólicos regímenes…”


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